Actores
Cynthia Ferrero
Laura Santos
Leandro Orellano
Alfredo Staffolani
Javier Samaniego García
Jesús Villegas
Asistencia de dirección
Lizzi Argüelles
Dramaturgia y dirección
Gonzalo Martínez
El material de la obra nace a partir de nuestra fascinación por el cine. En particular, por la relación que el cine establece con el espectador. Es mucho lo que se podría hablar del cine y su competencia con el teatro o viceversa, pero para no abundar en eso, vamos a decir, que son varios los motivos que nos llevan a envidiar al cine hasta provocar el amor más intenso y apasionado. Este espectáculo que nació de pensar las diferencias entre un arte y el otro, se fue transformando en el devenir de su proceso creativo, en un gran homenaje.
El trabajo no tiene nada de solemne y si en cambio, tiene todo el carácter lúdico que nos dio esta relación cine-teatro.. Lo imaginamos mas bien, como un apareamiento entre las dos artes. Este encuentro dio una gran variedad de recursos que, uno tras otro, abren preguntas, inquietudes y pensamiento a cerca de cómo se produce la teatralidad, cuándo se construye verosimil, cómo trabaja el plano sonoro en la construcción de la ficción., etc. Esta búsqueda dio como resultado escenas que rozan la deconstrucción de la convención teatral y caminan sobre el borde de la creación de la ficción.
Nuestro mayor objetivo es lograr que el espectador se involucre tanto con lo que sucede en la escena como cuando ve una película que le gusta.
Los límites formales del teatro nos forzaron a investigar intensamente hasta encontrar en la escena la fuerza expresiva que se necesita para que el desarrollo de una secuencia se sostenga sin mayores artilugios que los puros recursos actorales.
La sensibilidad con la que cada uno de los intérpretes ha ido desgranando esta propuesta de trabajo, es lo que finalmente le dio forma a este espectáculo, absolutamente teatral.
Así se suceden textos de Jean Luc Godard, Francoise Truffault, Robert Bresson, Luis Buñel, Woody Allen y alusiones al cine de Alfred Hitcoch, David Lynch y Pedro Almodovar. No son literalmente ni sus escenas ni sus películas, ni tampoco exactamente sus ideas, sino mas bien el registro sensible que dejaron en nosotros, estos maestros de la pantalla grande, sus rupturas, sus obsesiones, sus hallazgos técnicos, también sus reflexiones sobre el arte y la vida.
Por otro lado, el trabajo actoral, asume el riesgo de ir y venir de un registro a otro, tanto como la escena lo necesita; desde el drama chejoviano en una recreación de “Septiembre” (película de Woody Allen) hasta la actuación funcional y precisa de acciones de una secuencia de escenas de intriga al estilo de Alfred Hitchoch con poética Lyncheana.
A través de un texto de Jesus Villegas, la construcción de un relato narrado se mezcla con el presente de un estudio de doblaje, propio del universo de Pedro Almodovar. La competencia de las dos ficciones batallan para ganar el primer plano del espectador.
La acción de un set de filmación, en donde la voz del director manda y ordena, recuerda algo de “La noche americana” de Francoise Truffault y mezcla el ensayo de una escena con la realidad de los actores.
Cine sin cámaras, sin grandes reflectores, sin primeros planos ni cámaras subjetivas, sin actores de riesgo ni gran despliegue técnico, cine de suspenso, dramas de amor, ficción documental y títulos de película a cargo de Jan Luc Godard.
El teatro, arte de esencia efímera y mortal, luchando con las caras luminosas del celuloide, que perpetúa sus figuras hasta la eternidad.